Paseo de los Olivos

El Paseo de los Olivos es una zona alta de la costa, a la que se accede desde la bajada al río de la calle de Juan B. Justo, con una extensión de 500 metros y que tiene como protagonista a un inmenso olivo al final del camino. Es uno de los lugares más románticos de Ramallo, ya que su emplazamiento está vinculado con una historia de amor de inmigrantes.

Algunos lugareños cuentan la leyenda de un hombre de origen italiano que se radicó en Ramallo y decidió plantar dos olivos en este mirador, para no extrañar tanto a una pareja que había dejado del otro lado del océano. Un día, un rayo cayó del cielo sobre uno de los dos árboles y poco después este hombre se enamoró de una mujer del pueblo, olvidándose de aquella italiana.

El Paseo de los Olivos incluye al Sitio Paleontológico Nacional Puerto Ramallo, que se enmarca dentro del Régimen del Patrimonio Cultural y Paleontológico de la Provincia de Buenos Aires, Ley N°370/97.

El sitio se localiza justo frente al casco urbano de la ciudad de Ramallo. Desde hace más de veinte años, de sus barrancas se han obtenido una destacada cantidad y diversidad de fósiles. Algunos de los materiales hallados son muy relevantes ya que representan los primeros registros fósiles conocidos de determinadas especies, y aún géneros. El excelente estado de conservación de algunas piezas ha permitido continuar estudios basados originalmente en restos incompletos o bien dilucidar aspectos taxonómicos.

El conjunto de fósiles y su contexto ha contribuido al conocimiento del clima y de los ambientes dominantes en del pasado. Un análisis integral de las evidencias paleobiológicas del perfil geológico de las barrancas de este sitio muestra una transición entre condiciones cálidas y húmedas hacia otras frías y secas dentro de un rango de aproximadamente medio millón de años. Esta variabilidad ambiental ha proporcionado las condiciones adecuadas para el desarrollo de una extraordinaria diversidad faunística.

Por este motivo, en el sitio se han registrado restos atribuidos a mastodontes, gliptodontes, celidoterinos, camélidos, comadrejas, roedores, cánidos, aves, serpientes, anfibios, peces e insectos. Incluso se documentaron evidencias indirectas como es el caso de nidos de hormigas y cáscaras de huevo de antiguos ñandúes.